Luis Zubeldía es la obsesión de Blanco y Negro para que se convierta en el próximo entrenador de Colo Colo. El trasandino tiene en el aire su continuidad con Liga de Quito y, tras algunas reuniones con Daniel Morón, sólo queda esperar su respuesta para que se convierta en el próximo DT del Cacique.

El Príncipe tiene dos grandes logros a su haber como director técnico, ambos con el conjunto ecuatoriano: la Copa Sudamericana y un campeonato nacional. En el mejor momento de su carrera, el oriundo de Santa Rosa tuvo que sortear varios escollos para llegar al peak de su trayectoria, cuestión que le costó lágrimas y sudor.

Es que, como muchos aficionados al fútbol, Zubeldía soñaba con ser jugador profesional y lo logró. El 30 de octubre de 1998 debutó en Lanús, pero antes, ya brillaba con la sub 17 y sub 20 de Argentina. El volante participó en el Sudamericano y Mundial sub 17 de 1997 y, luego, en el Mundial sub 20 de 1999. En su club, alcanzó a estar en 57 partidos y anotó tres goles, pero el retiro lo golpeó anticipadamente.

Tras ser parte del Sudamericano sub 20 del 2001, Zubeldía decidió colgar los botines con apenas 23 años. La joven promesa trasandina sufrió una osteocondritis disecante de la rodilla que no tuvo solución y, finalmente, produjo su retiro. Es que la falta de flujo sanguíneo no permitía una correcta funcionalidad del hueso, por lo que el dolor físico era insoportable.

Luis Zubeldía, el entrenador que busca Colo Colo. (Foto: Getty Images)

Luis Zubeldía, el entrenador que busca Colo Colo. (Foto: Getty Images)

La emotiva historia de Luis Zubeldía para llegar a ser DT

Parecía que el mundo se venía abajo para el pampeano. Cuando decidió ponerle fin a su carrera como jugador, tuvo la disyuntiva de qué hacer con su vida, ya que no sabía por dónde partir. Según contó en ESPN Argentina hace un par de años, su idea era ser “profesor de educación física, estudiar periodismo deportivo o ser entrenador. Lo hablé con el sicólogo de la selección y me dijo que él sentía que mi pasión era ser técnico”.

“Tuve la suerte de tener un club que se fijó por mí. En un club como Lanús, todo es una familia, los dirigentes están en todos lados y están atentos a todo porque le dedican mucho tiempo a club. Cuando me junto con la dirigencia, me dicen que voy a arrancar en inferiores, con los juveniles, para ser ayudante de Ramón Cabrero. Pero yo quería arrancar más abajo, con la infantil, pero me lo negaron, me querían en el cuerpo técnico del formativo”, complementó.

Con sus primeras armas en el fútbol joven, Zubeldía recuerda que “el día era larguísimo porque tenía que hacer el curso de entrenador, trabajar e ir a la escuela de periodismo, pero fueron años espectaculares. Iba estudiando en el tren, me empecé a juntar con chicos que no tenían nada que ver con el fútbol y lo disfruté mucho. Empecé a salir de la burbuja del fútbol y a codearme con chicos de otro ámbito”.

Zubeldía y su primera experiencia en primera con Lanús

Además, Luis Zubeldía recordó cómo llegó a ser ayudante de campo de Ramón Cabrero en el primer equipo de Lanús. Según cuenta, nunca tuvo el deseo de llegar a primera, “pero me fueron empujando. Cuando tuve que estar en el primer equipo, porque había que reemplazar a Gorosito, yo no quería y estaba decidido a decir que no, pero ya tenían todo armado para que fuera el ayudante y yo tenía sólo 24 años”.

Con todo, el argentino sabe que la profesión, si bien tiene cosas lindas, también tiene un alto precio que pagar. Por ejemplo, recordó que “dirigí ocho años afuera y siempre fui consciente que pagaba el precio más caro del mundo y es que, cuando volviera, iba a ver a mis padres más grandes. Pero ellos me educaron para que siempre apuntara alto, nunca me delimitaron nada. A los 15 años me fui de la pampa y siempre supe que regalaba el tiempo con mis viejos. Cuando fui a dirigir afuera, mi padre se ofendía porque quería que dirigiera acá, pero yo estaba consciente que había que salir para seguir aprendiendo y perfeccionándome”.

Por último, reconoció su admiración por quienes se “pueden desconectar del trabajo. Por ejemplo, estás ocho horas en el club y, cuando me voy, sigo enchufado. Si hay problemas de gestión, algún mal movimiento, algún jugador que esté mal y ver si podemos revertirlo en la próxima sesión. Los que se pueden desconectar, lo pasan mejor. Pero en esta profesión, hay que ser lo que se siente y no aparentar”.