Desde hace más de 70 años que el himno de Colo Colo es interpretado por el tenor Mario Barrientos, una de las voces más importantes de nuestro país. Si bien se le conoce por haber cantado la canción alba, su vida estuvo ligada a la música dramática, más específicamente en la ópera.

Antes de radicarse en Estados Unidos, trabajó su voz con el maestro Carlos Santelices, quien se dio cuenta de su potencial como tenor. Una vez dejó de lado los boleros y se “casó” con la ópera, se codeó con músicos de talla internacional, como el chileno Ramón Vinay o el español Plácido Domingo.

Su carrera en los años 60 en Norteamérica iba en ascenso, hasta que tomó la decisión de salir de ese mundo. El primer motivo fue su baja estatura en los escenarios junto a hombres y mujeres más altos y altas que él, lo cual complejo para él, mientras que el segundo fue un asunto moral desagradable y muy sensible para él, relacionado a su honra como persona.

Pero gracias a su título de Ingeniero, no fue difícil apartarse de la música norteamericana, ya que se certificó en estructuras espaciales. Aquello le permitió llegar a la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por su sigla en inglés), una de las agencias espaciales más importantes del mundo.

Una de las tarjetas de Mario Barrietos | Foto: Cedida por Luis “Sata” Ponce

Una de las tarjetas de Mario Barrietos | Foto: Cedida por Luis “Sata” Ponce

La década de Mario Barrientos en la Nasa y su posterior regreso a Chile

En la importante agencia espacial norteamericana, Mario Barrientos se desempeñó como gerente de operaciones en la década de los 80. Le tocó ser parte de la lamentable tragedia del Challenger en enero de 1986, cuando 7 astronautas fallecieron producto de la desintegración del transbordador después de su despegue. Tras aquel fatídico suceso, Barrientos se dio un fuerte abrazo con un astronauta que por cosas del destino no se embarcó rumbo al espacio, y evitó la muerte.

También en la agencia gubernamental trabajó con el primer hombre que pisó la luna en julio de 1969. Juan Hernández, uno de sus amigos que conoció cuando regresó posteriormente a Chile, confesó que al principio le costaba creer las historias con los tenores Plácido Domingo y Luciano Pavarotti, o lo relacionado a la NASA, pero todo cambió cuando lo invitó a su casa: “Lo de la NASA me tenía metido, no le creía mucho, y al entrar al living casi me voy de espalda. Había un cuadro con el típico centro de operaciones que uno ve en películas, y en la parte de atrás estaba él (Mario) abrazado con Neil Armstrong“.

Pero lamentablemente su historia en Estados Unidos junto a su esposa Helena dio un giro radical, que los cambió para siempre. Ya fuera de la agencia espacial, y dedicado a la música al estar jubilado, recibió la triste noticia de que uno de sus tres hijos, recién titulado de Ingeniero, sufrió un accidente automovilístico y falleció.

Aquello detonó que regresen a Chile para intentar sanar aquel inconmensurable dolor. Mario Barrientos logró apaciguarlo gracias a la música, las clases de ingeniería en la Universidad Santa María, y sus amigos, pero Helena nunca pudo recuperarse. Incluso, cuentan los amigos de él que su esposa “era una persona con la mirada ida, no sonreía. En cambio Mario lograba tapar un poco eso en lo cotidiano con las relaciones en la música, era mucho más activo”.

Mario Barrientos en el hogar de Villa Alemana | Foto: Cedida por Luis “Sata” Ponce

Mario Barrientos en el hogar de Villa Alemana | Foto: Cedida por Luis “Sata” Ponce

Los últimos años en una casa de reposo

Debido a una falla multisistémica, tras un complejo estado de alzheimer, Mario Barrientos falleció a los 91 años el 21 de enero de 2023 en la casa de reposo Jardín de María, Quilpué. Por petición de su único hijo vivo, radicado en Estados Unidos, pasó sus últimos días en paz junto a su esposa.

Desde el interior del mencionado hogar detallan cómo fueron los últimos años de don Mario, quien llegó ahí con Helena luego que cerca de su casa ocurriera una explosión de gas en junio de 2017: “Él primero vino a consultarnos cuando estaba bien, pero ya cuando estaban complicados de salud, los trajeron unos vecinos”.

Él pasó sus últimos días en nuestra casa quinta de Quilpué, pero los primeros años fueron en el hogar de Villa Alemana. Lo pasaba tan bien, celebraban cumpleaños, él se ponía a cantar, disfrutaba“, agregan en Jardín de María. Su otro gran amigo de la música, Luis “Sata” Ponce, lo visitó en el hogar, y menciona que sonreía cuando tocaba el acordeón o la guitarra, pero que por el alzheimer recordaba muy pocas cosas de su vida.

Una figura importante para la música chilena como tenor melodramático, que compartió con los mejores del mundo en Estados Unidos, también quedó inmortalizado en el himno de Colo Colo cuando suena en cada partido del Cacique. Además de la Ingeniería, su gran pasión fue la música, la que quiso entregar hasta sus últimos días: “Con su canto llenaba de alegría a la casa, su cariño lo entregaba a través del canto“, finalizan desde el hogar de Villa Alemana.