Tras la derrota de Colo Colo ante la U. de Conce en el Clausura de 2011 se destituyó a Américo Rubén Gallego porque no daba con “el perfil” que quería Hernán Levy para su proyecto. Apagó el incendio, por segunda vez en ese entonces, Luis Pérez, mientras se le “levantaba” a O”Higgins a su técnico: Ivo Basay. Blanco y Negro estaba convencido de que era el hombre que se necesitaba.
Ahí se cae de inmediato en el primer error. Todo lo que en la vida empieza mal, termina mal. Esto llevó a acciones al cuadro de Rancagua que por poco le restan puntos al Popular (cuando, sin su finiquito, el Hueso dirigió vía radio ante Cobresal) y a que en un par de fechas no se pudiera sentar en el banco con propiedad, pese a ser presentado como el nuevo DT. “Dirigió” Marcelo Ramírez.
Con el Rambo el Cacique venció a Unión pero cayó en un partido paupérrimo por 3-0 ante Unión La Calera. Ya con Basay se venció a Cobreloa después de muchos años en Calama y también a Audax en el Monumental, pero comenzarían las dudas.
EL PRIMER DESCALABRO
Comenzando octubre, el “Colo Colo 3.0” dio la hora ante Deportes La Serena y Universidad Católica: dos goleadas en contra por 4-0 hicieron poner un tremendo signo de interrogación en las aptitudes del nuevo técnico.
De ahí en más, el andar fue titubeante hasta el mejor partido de su era: el 6-2 ante los Papayeros en playoffs que hacían ilusionarse, pero Cobreloa pegaría duro en el Monumental y, finalmente, quedamos fuera.
LA PRECIOSA OPORTUNIDAD DE ARMAR SU EQUIPO
Con una buena pretemporada, se le dio libertad al cuerpo técnico para escoger sus refuerzos y se confió en su criterio. Así llegaron Miguel Ángel González, Horacio Cardozo y Juan Toloza, por expresa petición de Basay. Ninguno ha rendido hasta ahora. Eso contrastaba con el regreso de Gonzalo Fierro y Pablo Contreras, más la apuesta en Mathías Vidangossy y Leandro Delgado.
Y vino el primer desaguisado: estaba listo Eduardo Lobos pero se dijo que con Francisco Prieto y Raúl Olivares bastaba. El Araña cometió un error gravísimo en un amistoso y fue “cortado”, obligando a salir a buscar a última hora a Renny Vega.
El resto es historia conocida: sólo alineaciones distintas que llevaron a perder tres veces seguidas en el Monumental, cuatro consecutivas en Santiago para un discreto derrotero total de 24 partidos oficiales con rendimiento del 52,78% (11 victorias, 5 empates y 8 reveses).
LA TENSA RELACIÓN CON EL PLANTEL
Otro factor importante fue su, muchas veces, lejana relación con el primer equipo. Cortó a Pablo Contreras, éste se quejó por jugar de lateral izquierdo, muchos ya no le creían y se sustentaba en algunos que todavía confiaban en que podía sacar esto adelante. O más que eso, no querían otro cambio de técnico.
EL ESCONDERSE DE LA PRENSA
De un tiempo a esta parte, tras las derrotas el Hueso no habló más. La gente le empezó a pasar la cuenta. Era Jaime Pizarro o lisa y llanamente nadie. No había autocrítica ni análisis, muy distinto a lo que pasó tras las dos goleadas en contra ante Serena y la UC el año pasado.
El último análisis de fútbol que hizo fue tras el duelo ante Cobreloa, hace casi un mes y un par de días después del triunfo.
EL EPISODIO DE CARLOS MUÑOZ
La gota que rebalsó el vaso fue el tibio apoyo a Carlos Muñoz ante la denuncia por amenazas de la barra. De la directiva se esperaba que el Hueso golpeara la mesa de inmediato pero se demoró 48 horas, al igual que todo el plantel. Esta falta de liderazgo también pesó.
Es el resumen de un triste período como DT de Ivo Basay en Colo Colo. Lamentablemente, no fue lo que todos esperábamos y hubiéramos querido otro final, sobre todo por su figura. El respeto como jugador y símbolo de una época gloriosa lo tendrá siempre, pero debió darse él mismo otro final. Acorde a su figura, no saliendo por una puerta trasera sin dar la cara.