La presencia de Jorge Almirón en Colo Colo llenó varios vacíos en el club. Dueño de un carisma sinigual, el técnico trasandino llegó al Cacique para impregnar de buen fútbol al equipo, pero también, para mostrar cómo vive este deporte. Apasionado y loco por el trabajo, el entrenador también tiene espacio para las creencias a través de distintas cábalas.
El oriundo de San Miguel tiene varios rituales, tanto, que algunos les da vergüenza reconocerlo. Así lo dio a conocer en conversación con La Arenga del Abuelo, donde dejó en claro que “cuando ganamos, repito todo. Todo lo que pueda, toda la rutina. No es que vas a ganar si repites eso, pero te ayuda a concentrarte, te ayuda a enfocarte, a generar una energía positiva”.
“Uso la misma ropa. Tengo algunas cábalas que me da vergüenza contar. Sobre todo la ropa. Soy muy creyente también. Tengo mi virgen que me acompaña, hago promesas, las tengo que cumplir. Más allá de la cábala, es una cuestión de fe también”, explicó el técnico del campeón del fútbol chileno.
No sólo se limitó a contar sus cábalas, o parte de ellas, sino que también tuvo tiempo para descifrar lo que hace antes de los partidos con parte importante del plantel. Es que, con un amplio número de jugadores por elegir, habían varios que quedaban fuera de las convocatorias. Pero, lejos de dejarlos al margen, los incluía en la rutina previa de los encuentros para cargarlos de energía a ellos y a él mismo.
El ritual de Jorge Almirón antes de los partidos de Colo Colo
En ese sentido, el técnico contó que, cuando “el equipo está concentrado, ese día vamos a entrenar con el grupo que no juega, mientras los otros descansan, desayunan y hacen activación en el hotel. No sé si es una cábala, pero me da buena energía”.
“Me importa eso, porque a veces un chico se cae. Es normal cuando pasan los partidos y no te tienen en cuenta. Me tocó estar ahí. Un ejemplo. Daniel Gutiérrez no jugó en casi todo el torneo, pero jugó los partidos decisivos. Y jugó bien. Y él estaba en ese grupo que entrenaba sin poder jugar. Era muy exigente en eso y cuando le tocó jugar, ni le dije, lo puse en la cancha y jugó”, explicó Almirón.
De esta forma, el director técnico tuvo siempre a sus dirigidos motivados y listos para cuando les tocara la oportunidad. La temporada era extenuante y Almirón necesitaba a todos en un 100% para responder en momentos de exigencia máxima. Así lo entendieron los futbolistas, quienes absorbieron de la mejor forma los métodos del estratega y que, al final, le terminaron por dar la estrella número 34 al Eterno Campeón.